Cuando uno sabe quién es
sabe que es nadie.
Ser nadie no es
no ser nadie.
Ser nadie es ser algo
tan incomprensible como el infinito
de la nada.
El punto impropio del nadie
es aquel en el que un nadie
y otro nadie
se aman.
El amor surge en el infinito
y por eso se piensa
que es todo. Pero es nada,
que no es lo mismo
que no ser nada.
En la nada, cuando un nadie
y otro nadie
nadan,
entonces,
el amor,
imaginariamente,
se hace eterno.
Carlos Ávila
No todas las cabras están locas
Ediciones Endymion
Qué bueno, Carlos. Me encanta ese juego tan real de palabras. Una verdadera pasada. Mi enhorabuena.
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