Me gustan las ciudades, sus plazas, sus calles, sus esquinas, sentarme en la terraza de un bar con un café delante y dejar que pase el tiempo, sin hacer nada, sin prisa, observando esto y aquello, y luego ir a alguna librería y revolver un poco los estantes, y si hay río cruzar el puente y repetir la misma operación al otro lado. Me gusta estar solo entre la gente, no ser nadie, no tener que ir a ningún sitio pero poder ir a todos. Me gusta la primera vez que me asomo al espejo del baño del hotel, ese momento de suspense, recién llegado, cuando no sabes si va a aparecer tu rostro o el del último huésped, atrapado aún en la memoria del azogue. Me gustan los parques y los ríos urbanos, pasear por ellos, a su lado, especialmente en otoño. Me gustan las ciudades, sí: andar, mirar, vivir, enamorarme de esa mujer del vestido rojo… Karmelo C. Iribarren Las luces interiores Renacimiento
Archivo del Autor: Editorial Gato Encerrado
Federico de Arce presenta ‘El guardián de la voz’ en Cieza, su ciudad natal
«¿Qué hiciste en la vida?», de Begoña Abad
¿Qué hiciste en la vida? Caer y levantarme. Aprender a curar heridas magulladas. Echar remiendos en los desgarros. Inventar menús para los que tenían hambre. Caer y levantarme. Escuchar los gritos silenciosos del miedo. Hacer hueco para que cupieran todos. Sumar y multiplicar la alegría de diario. Restar y dividir la angustia y la tristura. Abrir puertas. Caer y mirar desde ahí. Caer y levantarme. Begoña Abad A la izquierda del padre Ruleta Rusa
Federico de Arce y Carlos Ávila en la Feria del Libro de Toledo
Jorge Riechmann presenta ‘W’ en Toledo
«La Bestia lanza sus redes…», de Jorge Riechmann
La Bestia lanza sus redes De cada gramo de materia y cada watio de energía y cada bit de información negocio La Bestia salivante envía sus exploradores y luego sus brigadas de maquinaria especializada Cartografiar Deslindar Apropiar Trocear Vender Acumular Reconfigurar pulsiones y deseos imaginación y memoria de manera que la circulación de mercancías no se vea estorbada por algo tan impredecible y primitivo como las subjetividades humanas La Bestia se satisface a sí misma y sigue digiriendo creciendo y recreciendo absorta en su narcisista afán de coincidir con el entero universo Por desgracia –se duele Wrongo— no es ninguna visión y queda fuera de lugar el sólito reproche de terrorismo poético Jorge Riechmann W - Rengo Wrongo seguido de Historias del señor W. Editorial Gato Encerrado
Jorge Riechmann y Federico de Arce en Madrid
Versión poética, con Olvido García Valdés
Matadero Lab nos ofrece esta semana un encuentro con Olvido García Valdés. Será el jueves a las 19 horas, en el Paseo de Recaredo, s/n, de Toledo.
«emaciado por la demencia…», de Federico de Arce
emaciado por la demencia recuerdo a mi abuelo desnudo en el pasillo la sonda colgando del pene admonitoria la mano derecha crispada en estigmas parecía el imposible profeta de gargallo decía no es mi nieto ese no es mi nieto ese es un espía nazi gritaba a mi madre yo regresaba de madrid después de unos meses ya no me conocía al poco fue perdiendo el habla vaciado por dentro se convirtió en animales maullaba barritaba graznaba bramaba trisaba crotoraba voznaba rebuznaba ululaba agamitaba trisaba gruía arruaba como un loro garría el dolor exhausto balitaba como una oveja crascitaba ladraba como un perro quería comunicarse con nosotros y no podía solo el dolor transmitían aquellos sonidos inarticulados se grabaron para siempre en mi alma en heridas donde el cuerpo duele escaras solo y llagas era mi abuelo al morir un job torturado por la demencia senil de un dios sin habla Federico de Arce El guardián de la voz Editorial Gato Encerrado
«Introducción a las fábulas para animales», de Ángel González
Durante muchos siglos la costumbre fue ésta: aleccionar al hombre con historias a cargo de animales de voz docta, de solemne ademán o astutas tretas, tercos en la maldad y en la codicia o necios como el ser al que glosaban. La humanidad les debe parte de su virtud y su sapiencia a asnos y leones, ratas, cuervos, zorros, osos, cigarras y otros bichos que sirvieron de ejemplo y moraleja, de estímulo también y de escarmiento en las ajenas testas animales, al imaginativo y sutil griego, al severo romano, al refinado europeo, al hombre occidental, sin ir más lejos. Hoy quiero –y perdonad la petulancia– compensar tantos bienes recibidos del gremio irracional describiendo algún hecho sintomático, algún matiz de la conducta humana que acaso pueda ser educativo para las aves y para los peces, para los celentéreos y mamíferos, dirigido lo mismo a las amebas más simples como a cualquier especie vertebrada. Ya nuestra sociedad está madura, ya el hombre dejó atrás la adolescencia y en su vejez occidental bien puede servir de ejemplo al perro para que el perro sea más perro, y el zorro más traidor, y el león más feroz y sanguinario, y el asno como dicen que es el asno, y el buey más inhibido y menos toro. A toda bestia que pretenda perfeccionarse como tal –ya sea con fines belicistas o pacíficos, con miras financieras o teológicas, o por amor al arte simplemente– no cesaré de darle este consejo: que observe al homo sapiens, y que aprenda. Ángel González Grado elemental