Tienes, pequeño, el alma nueva
abierta a la felicidad
de un mundo que descubres cada día.
Cómo envidio
tu alma nueva y pequeña.
La mía, con ser más grande, solo está llena de tristeza
por un mundo que me desconcierta
cada día.
Tan chiquitín me enseñas
la alegría de compartir
el conocimiento
cuando muestras a tu peluche
la gran teta que se derrama en la orilla,
atiz, atisch, titisch.
Y que el mundo se nombra
con palabras inventadas
que debemos hacer nuestras
y repetirlas
hasta que nos entiendan.
Atiz, atisch, titisch.
Atiz, atisch, titisch.
Isaac Alonso Araque
La Reina Púrpura
Huerga & Fierro