Cuando en la noche asoman las estatuas del mar,
hay vacas, hay caballos, hay ovejas soñando.
Grita la casa de aire abrazada al aire.
Tú que nos levantaste nos has arrodillado.
Quien perdió la cabeza
mirando fijamente el baile de la llama
es ahora una ermita.
Mutilaciones de luz se ciernen sobre los pasos.
Contra las alas de la concentración
repta la dispersión con sus venenos.
¿Qué oídos y bocas son la noche?
Latigazos de artrosis atormentan los pies
que pisaron las nubes en busca de otras órbitas.
Quien niega lo que viene inoculó en sus ojos
la lejanía hostil de haberse ya marchado.
Tú que trajiste todo, todo te lo llevaste.
Y ante el lago de hielo, capirote de fiebres,
la renuncia contiende con el mundo infinito.
Aún vendrán las imágenes con los ruidos de sal.
Cuando en la noche asomen las estatuas del mar.
Ángel Guinda
Catedral de la Noche
Olifante