«Gen TAS2R38», de Maribel Tena García

Ya los neandertales tenían en la lengua
un pequeño territorio carnoso
que permitía detectar lo amargo.
En forma de invisibles partículas,
llegaba hasta el fondo de su tosca boca
el aviso de la vida y su veneno.
Parece ser el motivo por el que algunos niños
–con su limpia porción de instinto–
rechazan el brócoli o un pomelo.
Soy parte del misterio evolutivo
que evitó el perfeccionamiento de ese gen.
Ahora nos sabe dulce el beso nocivo;
la palabra brillante que, como una baya,
hace estallar en el paladar su toxina.
Se adentra el pez de la desgracia en nuestra mandíbula
y allí desova irremediablemente.
Bendito el tiempo remoto
en que era la lengua profeta del peligro.

Maribel Tena García
Como suceden los árboles
La Penúltima Editorial

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