Cuando una se encuentra cara a cara con la muerte prematura
su día a día consiste en maquinar cómo morir antes de que esta llegue
es decir
Cómo morir primero
cómo jugársela a la dama de negro
cómo reírse la última.
Una entonces comienza a coquetear con la muerte
y cruza sin mirar
y bebe demasiado
y se deja azotar
y se imagina un traspié en un barranco
y se fuma un día porque sí porque puede porque ya se va porque ya está porque se va a morir
porque está casi muerta porque ya le da igual porque ya no le importa un paquete entero de
tabaco.
Al día siguiente irritada por su maloliente pelo
su boca reseca y la madera del suelo de su casa triste
se arrepiente y decide Vivir.
Una entonces comienza a volverse sana
y llena la nevera de productos ecológicos
y pasea más de dos horas por el parque
y saluda a los niños a las niñas a los animales
y respira la brisa del aire puro del río
y llega a casa
y se embadurna de crema hidratante
antes de meter su redimido cuerpo en su cama
antes solo antes de abrir un libro.
Una entonces horizontalmente orgullosa libro abierto en mano
escucha las melifluas conversaciones nocturnas
que se avivan bajo su balcón
y en su voz se produce un carraspeo
sus pulmones no la aguantan
su tristeza de hielo la consume
se siente extremadamente excitada
a la par que cansada le cuesta respirar
se espera otra noche de insomnio prolongado.
Revolver el infierno para después retornar a la vida
es más complicado de lo que le habían contado.
Sofía Morante Thomas
Otra conversación
Editorial Gato Encerrado