Antes de que se apague
la llama oscura de tu vida,
abre bien tus brazos
hasta ser tomado,
en su último aliento de belleza,
por todo lo que no fuiste.
Antes de que definitivamente
pierdas la voz y la mirada,
asómate a cuanto enterraste
y pronúncialo hasta llegar
a su sima más redentora.
Anúdate luego a lo amado,
quemándose en ello tu memoria,
y en soledad de cielo hueco
espera ya sólo
que tus párpados se cierren
en la escritura total
de este poema sin nadie.
Javier Lostalé
Cielo
Fundación José Manuel Lara