La sangre rompe cada veintiocho días
con la precisión de un reloj
entre retortijones y compresas de noche
mi vientre jamás engendrará
sobrinos para mis hermanas,
nietos para mis padres
-somos conscientes de que, con mi generación,
se extinguirán los apellidos-
de mi vientre sólo nacen poemas estériles
los hijos de la rabia que lloran
por esta madre que no sabe cuidar
de sí misma.
Ana Patricia Moya
La casa rota
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