Feliz quien, sin anhelo,
aguarda la mañana.
Y, en llegando, se dice
sereno: «Ya viví».
Ése empieza ganando
un día y otro día.
Ni se jacta con ello,
ni publica su suerte,
ni menos aún mendiga
aplausos, pompas, humo
con que hacerse una estatua.
Antonio Martínez Sarrión
Poeta en Diwan
Tusquets Editores