«Fueron violados los pactos», de Antonio Martínez Sarrión

Hace ya mucho tiempo que esa luz,
la que desde sus límites precisos
descendía a los vivientes y las cosas

orientando sus rumbos, ya no existe.

Quedan las limpias tarde con viento de poniente,
ciertos perfiles de un cuenco de barro
que dicen esa estrofa de mutilados versos
en la que venteamos un resto de esplendor.

Lo demás es penumbra, griterío,
la deformante grieta del espejo,
los años desecando tanto aljibe
para, al cabo, encontrar monedas de latón.

Antonio Martínez Sarrión
De acedía
Hiperión

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