Se llama “falso llano” a un terreno que parece llano pero que realmente está lleno de desniveles. No sabemos cómo pudo confundir Óscar Aguado el casco histórico de Toledo y sus innumerables cuestas con una planicie, pero allí fue a parar en el invierno de 2014 para escapar de una ruptura amorosa que lo había dejado hecho añicos. Durante muchos meses, Toledo fue el lugar idóneo para volver a unir los trozos de sí mismo que pudo salvar y escribir este libro, un poemario de amor íntimo y sincero que se convirtió en la empinada cuesta que tuvo que subir para seguir adelante.