si te acostumbras
como yo
a soñar solo
y a despertar solo
en el lado izquierdo
de tu lecho conyugal,
el lado del corazón,
has de entender
metértelo bien en la cabeza
que un día cualquiera
el menos pensado
ese corazón tuyo
del lado del cual duermes
se transformará
al tacto
en la sábana
del otro extremo
de tu lecho conyugal:
una sábana fría
en la que no duerme nadie
ni siquiera tú
David González
Loser
Bartleby Editores