«En esta nuestra cárcel», de Charles Simic

Donde el celador es tan discreto

que nadie lo ve nunca

hacer su ronda,

hay que ser muy valiente

para dar golpecitos en la pared de una celda

cuando las luces están apagadas

esperando ser oído,

si no por los arcángeles del cielo,

sí por los condenados del infierno.

 

 

Charles Simic
El lunático
Vaso Roto Ediciones

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