«El terrorista: él mira», de Wislawa Szymborska

La bomba va a estallar en el bar a las trece y veinte.
Ahora son sólo las trece y dieciséis.
Algunos todavía tienen tiempo para entrar.
Otros, para salir.

El terrorista ya ha pasado al otro lado de la calle.
Esta distancia lo preserva de todo el mal.
Y ofrece un panorama como en el cine:

Una mujer con cazadora amarilla: ella entra.
Un hombre con gafas oscuras: él sale.
Unos muchachos en vaqueros: ellos hablan.
Las trece y diecisiete con cuatro segundos.
El más bajo, este tiene suerte, se sube a la moto,
y el más alto entra.

Trece y diecisiete y cuarenta segundos.
Una niña, con una cinta verde en el pelo: ella camina.
Sólo que el autobús la tapa de repente.

Trece y dieciocho.
Ya no está la niña.
Habrá sido tan tonta como para entrar, o no,
ya se verá cuando los vayan sacando.

Trece y diecinueve.
Parece que no entra nadie.
Al contrario, un gordo calvo aún sale.
Parece que busca algo en los bolsillos y
a las trece y veinte menos veinte segundos
vuelve a buscar sus miserables guantes.

Son las trece y veinte.
Qué lento pasa el tiempo.
En cualquier momento.
Todavía no.
Sí, ahora.
La bomba: estalla.

Wislawa Szymboska
El gran número

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