Es fácil que con los años
almacenes dinero
y que con él te compres
una casita, un coche,
una finca, un caballo,
un yate, una mansión.
Es incluso probable
que llegues a ser ministro,
que te pases de listo
y compres un país.
A estas alturas del poema
es posible que tengas
damas en propiedad,
por eso me gusta tanto
seguir escribiendo versos
en los que comunicarte
que mis pestañas, ya ves, tan poca cosas,
andan sueltas,
que mis pies y mis manos
ya no te pertenecen
y que mi libertad no está en venta.
Que no podrás tenerme en propiedad.
Begoña Abad
Cómo aprender a volar
Olifante