Retienes agua en tus piernas,
moho en la despensa
y dolor en las raíces
de tu espalda.
Almacenas ajos en la terraza,
líquido en tus carnes
y una vertiente
de fósforo quemado
en la séptima vértebra
de las dudas.
Sientes apego
por el desapego
y no te marchas nunca,
aunque siempre te estás yendo.
Bajo tu piel de almendruco,
hay más que azufre y bilis negra,
un estómago con ojos
y una vejiga seca
como una uva
marchita de voluntad.
Un mar de sándalo
por tus huesos se derrama
y el viento lo recoge
para ofrecérselo a tus labios.
Sientes desapego
por el apego
y no permaneces nunca,
aunque siempre estés aquí.
Laura Carrillo Palacios
El baile de los girasoles
Gato Encerrado