Echa cuenta de cada cosa que el agua del tiempo diluye:
echa cuenta de pérdidas no recordadas,
echa cuentas de vacíos que no sabe,
de cuantos no ha conocido y la amaron,
de cuántos conoció mal o poco,
de cuantos la quisieron solo un día,
de muñecos rotos,
de noches en vela,
de metálicos sonidos en la fiesta,
de voces en aparatos desde lejos,
de cigüeñas vistas en el viaje,
de los bocados esculpidos,
de piernas enlazadas a las suyas.
Echa cuentas de soles en rostro,
de confesiones nocturnas en la cama,
de escalofríos al pasar la misma puerta,
y no olvida calcular:
libros, besos,
medias rotas, visitas familiares,
dientes bajo la almohada,
conchas y caracolas,
cabellos cortados en los hombros,
sonidos de colchón,
copas de vino, cormoranes,
arenas bajo su espalda,
caídas y arañazos,
brazos que la alzaron como nube,
persianas in medias res,
resonadores silencios,
y luz sin nada más que luz al fondo.
Echa las cuentas con los dedos,
y al final, solo mira tus dedos,
y de ellos asciende hasta sí misma,
para borrar los ojos.
Sin vista no hay llanto:
borrón y cuenta nueva.
Vanessa Jiménez
De pájaro y muertes
Editorial Gato Encerrado





