«La ducha», de Vanessa Jiménez

Perpetua cascada humana,
la artificiosa ducha
que escupe agua al agua,
me devuelve al contorno y al deseo,
porque oigo tu cuerpo chocar
contra las cacerolas,
y tus maldiciones bajitas
que me trae el silencio.
Quiero, lo sé,
quiero volver mi cuerpo a tu casa,
una vez más, la última.
Quizás solo somos eso,
dos cuerpos destinados a encontrarse.
Nos sobraría el resto del mundo
fuera de la cama,
y hasta también la cama.

¿Y si solo soy cuerpo?
¿Mi alma se ha marchado?
Entonces el vuelo está vetado,
la ascensión no existe.
Debería entregar mis carnes
a la tierra generosa
y ponerme la losa encima,
y que otro viva por mí,
y se alce,
y halle su primavera en el abrazo,
y baile su demencia
y se lleve mis alas …
mientras mi mano atraviesa el ataúd
y le dice adiós,
llorando polvo.

Y todo por esa última vez
en la que sienta
que no soy un pedazo de materia,
girando sola,
en el enorme espacio…

Vanessa Jiménez
De pájaro y muertes
Editorial Gato Encerrado

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