A Belfegor, dios pedo o crepitus
Tú que modulas el reptar de las serpientes
de las serpientes del espejo, de la serpientes de la vejez
tú que eres el único digno de besar mi carne arrugada,
y de mirar en el espejo
en donde sólo se ve un sapo,
bello como la muerte:
tú que eres como yo adorador de nadie:
ven aquí, he
construido este poema como anzuelo
para que el lector caiga en él,
y repte
húmedamente entre las páginas.
Leopoldo María Panero
Guarida de un animal que no existe
Visor