Bésame la sonrisa, a ver qué pasa. Mi enfermedad no se obsesiona. Mi enfermedad no es tema de conversación entre enfermeras. La gente se les muere y ellas atesoran tristeza en la frente. Bésame la noche, que no se contagia. Bésamela, que sí se contagia. Ahora que te estoy viviendo me dan ganas de escribirte. Y hay quien envidia la enfermedad de los poetas. Yo no quiero curarme, aunque sería más llevadero si no estuviera enferma todo el día. Me pita el ventrículo derecho cuando me escribes. Cómeme la sonrisa, a ver si puedes. No me gustan los poetas que vuelan en barco. Pero tú sí.
Elena Román
Amapolamen
Editorial Gato Encerrado

