Llegar al fin
hasta la puerta
de tu casa,
entrar,
echar todas las cerraduras,
y, como quien saborea
el sabor de la venganza,
decirlo:
«ahí
os quedáis,
hijosdeputa»
Karmelo C. Iribarren
Desde el fondo de la barra
Editorial Línea de Fuego
Llegar al fin
hasta la puerta
de tu casa,
entrar,
echar todas las cerraduras,
y, como quien saborea
el sabor de la venganza,
decirlo:
«ahí
os quedáis,
hijosdeputa»
Karmelo C. Iribarren
Desde el fondo de la barra
Editorial Línea de Fuego
La mirada
al frente,
la sonrisa
a punto,
y los zapatos
limpios.
No lo olvides:
ni una sola pista
a los enemigos.
Karmeno C. Iribarren
Atravesando la noche
Huacanamo
Aunque nos cueste admitirlo
cómo nos alegra
comprobar
que aquel viejo colega
−al que no habíamos visto
desde vete a saber cuándo−
tampoco ha llegado
a ningún sitio,
que en el fondo no es más
que un pobre diablo,
como nosotros,
y que el cabrón de él
se alegra de lo mismo.
Karmelo C. Iribarren
La frontera y otros poemas
Renacimiento
Hay días
en los que levantarse de la cama
suele terminar siendo
más que un acto rutinario
un gesto épico.
Y no me refiero ahora a las resacas
ni a que caigan
chuzos de punta ahí fuera
ni a que hayas roto con ella.
Me refiero
a cuando te quieren y hace sol
y no te duele nada,
a cuando tienes el mundo
rendido a tus pies
y no te basta.
Karmelo C. Iribarren
Mientras me alejo
Editorial Visor
Vencido, una vez más. Por el amor,
el odio o por la vida,
que no hace concesiones
ni da treguas. Aquí,
en la esquina de un siglo
tan inútil como lo fueron
todos. Y también
tan sanguinario. Fumando
un cigarrillo. Indiferente. Viendo
cómo la gente se destroza,
y sin sentir nada especial.
Karmelo C. Iribarren
La condición urbana
Renacimiento
Después de hacer balance,
tras considerar
la situación de arriba abajo,
en frío,
he decidido
no volarme hoy tampoco
la tapa de los sesos.
Nunca se sabe, con la vida,
me he dicho.
Y además,
qué carajo: ya que me trata
peor que a un perro,
que se tome ella
la molestia de matarme.
Karmelo C. Iribarren
Desde el fondo de la barra
Ed. Línea de Fuego
Cuídate mucho
de los que sólo miran,
de los que siempre
están detrás,
de esos a los que nunca
se dirige nadie.
Cuídate
mucho de ellos.
Con el tiempo
–si pueden–,
te buscarán
para vengarse.
Karmelo C. Iribarren
La ciudad
Ed. Renacimiento